viernes, 10 de septiembre de 2010

Maneras



Solo estábamos el, yo, el atardecer y miles de interrogantes que se me venían a la cabeza, preguntas no tan frecuentes que temía pronunciar, quizás por vergüenzaquizás por miedo a una respuesta no esperada.

Al observarlo con atención privilegiada podía darme cuenta de tantas cosas, cosas que satisfacían cada una de mis dudas.

Tenia dominio del habla, y muchos temas de conversación que despertaban mi apetito intelectual, me parecía muy simpático, su manera de hablar era tan expresiva como la de un niño, pero su forma de pensar era muy madura. Al mirarlo de lejos paresia una persona muy segura de si mismo, y lo era, conocía una a una sus debilidades y fortalezas, no se arrepentía del pasado, pero le dañaba recordarlo, vivía el presente intensamente y se aventuraba al futuro con metas que tenia fe en que cumpliría.

La verdad es que las palabras por momentos estaban de mas, había a ratos, pequeños segundos en donde el silencio se hacia presente, y yo sin intensión alguna dirigía mi mirada hacia la suya. Esos momentos fueron cruciales para darme cuenta de como era en realidad.

El podía confidenciar un millón de cosas, pero sus maneras, solo ellas decían la verdad. A cuantas palabras equivaldrá una manera, deben ser muchas. Ni una era mas importante que la otra, y todas unidas intentaban revelarme algo, un sentimiento que por extraño que sea no podía descifrar, o quizás solo no queríaTemía, como siempre, y el temor hacia todo mas emocionante. Todo hacía presagiar que me volvería a decepcionar...

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