domingo, 14 de diciembre de 2014






Ella no caminaba de ninguna forma hacia el abismo, pero se vio envuelta en él y ya recién al abrir los ojos se dio cuenta de lo sucedido. Su cara se desfiguro de espanto, pero ya no habría mortal alguno que pudiera verlo, sus manos temblorosas estaban heladas, tan frías que casi no podía sentirlas, aún si quiera podía descifrar si realmente las sentía o todo era parte de una ilusión. No había dolor, pero ella sentía una presión en el pecho, casi que le atravesaba la carne, casi que le atravesaba mas allá de cualquier órgano. Luego ya no había tiempo para sentir, ni para pensar con cordura, la desesperación la hacia delirar.

Sin poder sostener sus piernas, se vio rodeada de hiedra, le hacía cosquillas en las mejillas, entonces por fin comenzó a recordar. Repetía una y otra vez

"En la ventana, yo estaba en la ventana
yo solo observaba, solo estaba sentada ahí"

Ella intentaba juntar las piezas. Por momentos, en sus pensamientos, se cruzaban imágenes, pero luego todo se tornaba borroso y sin sentido. Miró hacia atrás, y a lo lejos, pudo divisar un camino, una salida, pensó ella, que quizá la llevaría lejos de su tristeza. Pero aún desconcertada y queriendo aclararlo todo, permaneció inmóvil en el lugar, a la espera de algún vestigio, de alguna pista, de alguna respuesta.

Paso tanto tiempo que su dolor comenzó a secarse, y su piel se aferró a la hiedra, mas su delirio incremento, y ese camino que antes solía susurrarle a la espalda, se había marchado sin ella.

La vida, camina a un lado de nosotros, no podemos verla, pero nos jactamos hablando de ella, hablando por ella. Tan frágil, tan falsa, intentamos hacernos los fuertes, levantarnos, por mucho que cueste. Lograr encadenarnos a ella. Pero se lastima y se va cuando menos lo esperas. Aveces, incluso antes que nuestro cuerpo.


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