martes, 11 de junio de 2013

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Era otoño y tocaba el timbre para el receso de clases, todos corrían a la puerta, se empujaban para salir de la sala, no se que habría fuera que les llamara tanto la atención. El profesor apilaba sus papeles y los depositaba en su tan típico maletín de cuero negro. No se marchaba sin antes hacer una gesticulación que al parecer significaba un "¿porque tan triste?", a lo que yo agachaba la cabeza. Cuando ya no quedaba nadie en el lugar, me levantaba y caminaba lentamente hacia la puerta, tenia una vidriera, y por ahí observaba a las personas afuera, conversar, jugar, divertirse. Yo pude haber hecho esas cosas, yo quizá debía estar ahí con todos ellos, actuar como ellos, pero estaba cansada, a mis dieciséis años ya estaba cansada de actuar, realmente no me gustaba estar ahí parada mientras la gente me miraba desde afuera como un fenómeno, pero menos aún quería estar con esas personas. No se porque les tenia ese rechazo tan grande, al escuchar lo que hablaban solo quería correr a mi casa y sentirme segura, sentirme... no diferente a ellos, me dañaba profundamente el no poder encajar, realmente me hacía pensar que siempre sería así, que siempre estaría sola. No me daba cuenta de lo errónea que estaba.  Si pudiera volver atrás solo cambiaría una cosa, el no sentirme culpable. 


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